Problemas de idiomas en la farmacia

En realidad, he tenido varias anécdotas graciosas y divertidas que me han pasado en estos años como farmacéutica. Os cuento tres porque les tengo un especial cariño:

Una vez vino a la farmacia una amiga mía diciendo que necesitaba a Jasmine y mi compañero, que en ese momento no entendió que mi amiga preguntaba por mí, le trajo una cajita de anticonceptivos “Yasmin”.

En otra ocasión, entró un paciente chino a la farmacia que solo sabía hablar chino, y mi compañera, que sabe que yo hablo varios idiomas, me llamó para intentar entender lo que necesitaba. Lo que él quería era un óvulo vaginal para su mujer, y la verdad es que no fue nada fácil hacerle entender dónde ponerlo exactamente, hasta que, con gestos, dibujos y mucha paciencia, gracias a Dios, nos entendimos.

Esta última anécdota, en realidad, es algo que me ha pasado varias veces con los clientes marroquíes que noto que tienen dificultad en explicarme las cosas en castellano. Con estos clientes, nada más notar esa dificultad, les hablo directamente en árabe para intentar que estén a gusto y, así, poder darles un servicio mejor, pero ellos no se percatan que les estoy hablando en árabe y me siguen hablando en español. Solo al final de la conversación, se dan cuenta y me confiesan que no se lo esperaban.

 

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