Raquel Pardo: “Una década detrás del mostrador deja un sinfín de anécdotas e historias que sería una pena que se perdieran sin más”

Cuéntanos un poco de ti. ¿Cuántos años hace que ejerces de farmacéutica? ¿Por qué te decidiste a ser farmacéutica?

Es curioso ver que mucha gente, a raíz de la publicación de “Boticaria de pueblo”, piensa que yo soy farmacéutica, como Inés, la protagonista de mi novela.

Yo comencé a trabajar en la farmacia a los dieciocho años, en mis periodos de vacaciones, cuando aún estudiaba. Empecé como quien no quiere la cosa y al final... ¡me enganchó! Tanto que, cuando acabé mis estudios, decidí formarme como Técnico de farmacia y quedarme. Hace ya una década que trabajo en la botica.

 

Háblanos un poco de tu farmacia. ¿Cuánto hace que está abierta? ¿Siempre ha estado en la misma ubicación? ¿La denominación de la farmacia ha sido siempre la misma?

La farmacia donde trabajo lleva abierta más de veinticinco años y siempre ha estado en la misma ubicación. Con cambios y modernizaciones, pero siempre ha estado en el mismo sitio.

 

Me gustaría destacar, sobre todo en esta época difícil que todos y todas estamos atravesando, el papel de la farmacia como ayuda para resolver dudas o preocupaciones

 

¿Cuántas personas forman parte del equipo de la farmacia?

Somos cinco: dos farmacéuticos y tres técnicos de farmacia.

 

¿Qué servicios ofrecéis en la farmacia? ¿Cuáles son los más importantes o los que destacaríais?

En la farmacia se hace lo propio de las boticas... Además, hay servicio de analíticas de agua y “Rapid Control” para control de glucosa, colesterol, etc.

Pero me gustaría destacar, sobre todo en esta época difícil que todos y todas estamos atravesando, el papel de la farmacia como ayuda para resolver dudas o preocupaciones. Siempre encuentran las puertas abiertas para que un sanitario les eche una mano.

 

La clientela es muy variada y, como tal, los servicios que solicitan también

 

¿Cuál es el perfil de cliente que visita vuestra farmacia? ¿Piden muchos servicios farmacéuticos?

La verdad es que, como en botica, hay de todo. Hay muchas personas de la tercera edad, pero también gente joven. La clientela es muy variada y, como tal, los servicios que solicitan también.

 

¿Qué herramientas de comunicación usáis con el paciente? ¿Cómo os soléis comunicar con ellos?

Nos gusta poner especial cuidado en la atención personalizada y que todo aquel que entre en la botica se dé cuenta de que encontrará, en el personal de nuestra farmacia, personas cercanas y empáticas en las que pueden confiar.

También acostumbramos a utilizar los escaparates para poner mensajes de salud, consejos...

 

¿Y con los médicos? ¿Mantenéis una relación fluida?

Sí, claro. Cuando hay una duda, por pequeña que sea, en alguna dispensación, posología… nos ponemos en contacto para que no haya errores. O algunos de ellos, si necesitan, también lo hacen. Es importante que sea una relación fluida en ambos sentidos.

 

Cuando conocí a mi editor, solo con decirme “tú tenías que escribir un libro de todo lo que llevas vivido en la botica”, me convenció

 

Hablamos ahora de “Boticaria de pueblo”, el libro que publicaste hace tan solo unos meses. ¿De qué trata?

El libro narra en formato de novela la historia de Inés, una farmacéutica de centro que, por una mala racha, decide cambiar la capital por el rural gallego. Allí es donde se da cuenta de lo diferente que es trabajar en un sitio y en otro. Esta botica gallega dejará muchas anécdotas e historias que contar.

 

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

Cuando conocí a mi editor, solo con decirme “tú tenías que escribir un libro de todo lo que llevas vivido en la botica”, me convenció. Una década detrás del mostrador deja un sinfín de anécdotas e historias que sería una pena que se perdieran sin más.

 

¿Qué diferencias observas entre la farmacia rural y la urbana?

Todos tenemos nuestra clientela; personas que son fieles a la botica donde trabajo. Sin embargo, también hay gente de paso. Eso en el rural prácticamente no existe.

Además, en el rural, prácticamente todos somos conocidos y sabemos quién es quién. Eso en la ciudad es lo raro: lo habitual es atender a muchos desconocidos.

 

Por último, ¿qué mensaje le darías a un estudiante de farmacia que tiene toda su carrera profesional por delante?

No te voy a mentir. No todos los días son fáciles y bonitos (es más, soy la primera en desesperarme a veces) pero, al final, haces cuentas y el balance es muy positivo. Es un trabajo muy agradecido en el que, al final del día, cuando te quitas la bata blanca, te vas satisfecho para casa sabiendo que has estado ahí para ayudar. ¡Mucho ánimo!

 

Puedes seguir a Raquel Pardo en Twitter. Además, puedes seguir sus perfiles de Boticaria de Pueblo en Facebook.

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