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Deuda: riesgos y oportunidades

Para iniciar, mantener o mejorar cualquier negocio es necesario invertir dinero. Aquí solo hay dos opciones: invertir dinero propio, financiación propia, o invertir con dinero prestado, financiación ajena. ¡Veamos las diferencias a través de un ejemplo práctico!

Para iniciar, mantener o mejorar cualquier negocio es necesario invertir dinero. Aquí solo hay dos opciones: invertir dinero propio (financiación propia) o invertir con dinero prestado (financiación ajena) o como se dice coloquialmente endeudándose.

A priori siempre parece mejor invertir con dinero propio, ya que el dinero prestado tiene un coste y supone un mayor riesgo: coste, generado por el interés que va a haber que pagar a cambio del dinero prestado y riesgo, porque el dinero hay que devolverlo en un plazo.



Este último punto, no sólo afecta a un negocio si no se puede devolver el dinero (ejecución de garantías, mayor coste, etc…) sino que también va a condicionar las decisiones de dirección sobre un poderoso elemento entre los que normalmente deben regir un negocio: la devolución de la deuda. Este elemento puede llegar a ver afectada la rentabilidad o el crecimiento del negocio, dejando estos elemento en un segundo plano.  



No siempre es mejor invertir con dinero propio. Si se puede elegir, (en ocasiones no hay posibilidad de acudir a la financiación propia) la financiación ajena puede resultar una oportunidad de mejorar nuestros resultados si se dan determinadas circunstancias. Esto será así en situaciones de bajo tipo de interés y alta rentabilidad de la inversión. En estos casos, con menor inversión se puede sacar mayor rentabilidad a nuestro dinero. Vamos a verlo con un ejemplo sencillo.



Un negocio necesita para su mantenimiento una inversión de 100.000 euros. El propietario tiene 100.000 euros y el banco le ofrece 50.000 euros a un 5 % de interés y a devolver en un año. La rentabilidad esperada de la inversión en un año es el 12,5%.



Si el propietario decide invertir los 100.000 euros de su bolsillo su rentabilidad será:



Financiación propia: 100.000

Resultado:     100.000 x 12,5%= 12.500.

Rentabilidad: 100.000/12.500= 12,5%

Si el propietario decide invertir 50.000 euros de su bolsillo y los 50.000 euros que le ofrece el banco el resultado será:

Financiación propia: 50.000

Financiación ajena: 50.000

Coste: 50.000 x 5%= 5.000

Resultado (100.000 X 12,5%)-5.000= 7.500

Rentabilidad: 50.000 / 7.500 = 15%



Como se puede ver, en este segundo caso el resultado final es inferior 7.500 frente a 12.500, pero la rentabilidad obtenida por el dinero propio invertido es mayor. Un 15% frente a un 12%. Además, el propietario dispone de otros 50.000 euros que le permitirán realizar otras inversiones alternativas, incluso reducir el riesgo diversificando sus inversiones. Vamos, no poner todos los huevos en la misma cesta.



Esto hay que tenerlo muy presente porque, aunque en el ejemplo supone una oportunidad acudir a la financiación ajena esta situación no está exenta de riesgos: incrementos del coste financiero, reducciones de la rentabilidad de la inversión o incluso una inadecuada recuperación de la rentabilidad de la inversión (retrasos en los cobros.) pueden hacer que la situación inicial cambie y finalmente la rentabilidad de la inversión en el segundo ejemplo pase a ser inferior que en el primero.



Por tanto, la deuda puede abrir la puerta a una mejora de la rentabilidad de una inversión suponiendo una oportunidad de ganar más con menos o incluso de diversificar riesgos. Pero la opción de acudir al endeudamiento no está exenta de riesgos que hay que conocer y valorar antes de optar por esta alternativa.

 

Ivan Navarro

Licenciado en Economía y Finanzas.

Gestión financiera y contable.

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