
Las 5 preguntas sobre las subastas andaluzas: Antonio Mingorance, Macarena Pérez y Amalia García-Delgado
Desde junio de 2012, la dispensación en farmacia de medicamentos recetados por el Servicio Andaluz de Salud ha respondido al sistema de licitación pública de principios activos, popularmente conocido como las “subastas andaluzas”. Desde su implantación, muchas voces han opinado sobre este sistema, que el próximo 28 de septiembre empezará a finalizar al acabar la primera de las cuatro convocatorias vigentes que no se renueva, liberando 193 medicamentos.
Desde TevaFarmacia hemos entrevistado a diferentes actores del mundo farmacéutico para conocer su opinión: organizaciones colegiales, farmacéuticos, asociaciones profesionales y distribuidores. En esta primera entrega hemos entrevistado a Antonio Mingorance (presidente del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos), a Macarena Pérez (farmacéutica comunitaria en Sevilla) y a Amalia García-Delgado (presidenta de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria en Andalucía).
A todos les hemos hecho las mismas cinco preguntas.
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- Entrevista a Antonio Mingorance
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¿Qué supuso la entrada en vigor del sistema para el farmacéutico?
La entrada en vigor del sistema de licitación pública de principios activos en el Servicio Andaluz de Salud supuso para el farmacéutico una agresión, una disrupción y un desafío.
Las subastas fueron una agresión porque anularon, de manera abrupta y unilateral por parte de la Administración sanitaria, la capacidad de identificación de la marca del medicamento por parte del farmacéutico ante una receta médica prescrita por principio activo, siendo esa capacidad de sustitución, siempre realizada bajo estrictos criterios técnicos y legales, una competencia profesional propia que históricamente había sido respetada.
Asimismo, las subastas supusieron para la farmacia una disrupción porque afectaron gravemente a la capacidad de gestión del suministro de los medicamentos a los que necesitaban acceder nuestros pacientes; ese golpe a nuestro margen de interlocución con nuestros proveedores llegó además en el peor momento de la gran crisis económica de la que aún estamos saliendo, llevando a muchos farmacéuticos a imponer durísimas medidas de austeridad en las propias farmacias que han afectado, sin duda, a la continuidad de muchos servicios profesionales que ofrecíamos a nuestros pacientes y al mantenimiento de puestos de trabajo de muy alta cualificación; porque no puede obviarse jamás que, en nuestro modelo regulado, la farmacia sólo puede desplegar su potencial asistencial si logra ser viable económicamente.
Finalmente, las subastas han supuesto para la farmacia un desafío, que he de decir que ha sido superado con éxito, pues, a pesar de las duras condiciones impuestas a las farmacias y de las disfunciones de suministro asociadas a este sistema en el que los proveedores adjudicatarios de las licitaciones no siempre han sido capaces de cumplir con todos sus compromisos, en la inmensa mayoría de las farmacias andaluzas los farmacéuticos hemos conseguido poner siempre a disposición de nuestros pacientes los medicamentos que han necesitado.
¿Y para el paciente?
Desde el punto de vista del paciente, las subastas han supuesto algunas incidencias lamentables en la continuidad del suministro; además, la presencia de este asunto en la agenda del debate político ha generado a través de su traducción mediática alguna inquietud social; y, en algunos casos, el cambio en determinadas presentaciones de los medicamentos ha producido cierta confusión, introduciendo elementos de riesgo de falta de adherencia. He de decir, en este sentido, que los farmacéuticos nos hemos comportado con lealtad y responsabilidad extremas, pues siempre hemos sido conscientes de que los medicamentos de las subastas tenían el visto bueno de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y hemos sido, sin duda, claves para generar tranquilidad en los pacientes.
El próximo 28 de septiembre finaliza la licitación de la primera subasta que no se va a renovar. ¿Cómo lo valoras?
Valoro ese fin previsible de las subastas con satisfacción, desde luego. Es un compromiso electoral del partido político que ahora lidera el Gobierno de Andalucía y estaremos vigilantes para que se cumpla, sin duda. El fin de las subastas no es la panacea para la recuperación económica de la farmacia pero, al menos, poder contar con nuestra capacidad de gestión nos da a los farmacéuticos más opciones para desenvolvernos mejor en un entorno social y económicamente complejo, en el que contar con un escenario previsible en materia de política farmacéutica es esencial: para la farmacia como sector empresarial y para los farmacéuticos como garantes efectivos del derecho de los ciudadanos a la equidad en el acceso a los medicamentos.
¿Qué supondrá esta finalización para el farmacéutico?
A corto plazo, el fin de las subastas es un respiro para la farmacia. Pero no podemos olvidar que las necesidades financieras de la Administración pública son y van a seguir siendo acuciantes y subyace la tentación de aplicar medidas de espíritu confiscatorio en sectores regulados como el nuestro. Las subastas, sin duda, han supuesto ahorros para la Hacienda andaluza, pero no han generado ni un euro más de riqueza y han destruido intangibles importantes, como el de la confianza institucional. Es hora de reconstruir puentes y de tomar decisiones pensando en la protección de la salud de los ciudadanos y en el papel que en ella puede desempeñar la farmacia, con un horizonte de medio plazo, más allá de la duración de una legislatura concreta. Entendemos las necesidades financieras del Sistema Nacional de Salud y los farmacéuticos hemos demostrado siempre, con hechos, que estamos comprometidos con la sostenibilidad del Sistema. Somos compañeros de viaje, aliados, socios, si se quiere, del Sistema; pero no somos ni queremos ser un problema para su viabilidad, por la sencilla razón de que la farmacia, de hecho, forma parte del Sistema Nacional de Salud. En este sentido, nuestro compromiso con la Administración andaluza para dialogar y profundizar juntos en la búsqueda de la eficiencia de la prestación pública de medicamentos es claro, inequívoco y explícito.
¿Y para el paciente?
En lo que a los pacientes se refiere, seguirán yendo a la farmacia a retirar los medicamentos prescritos por su médico. Como siempre. Habrá menos episodios puntuales de falta de suministro porque, aunque este asunto es enormemente complejo y trasciende el tema de las subastas, si la identificación de la marca vuelve a depender del farmacéutico, éste será necesariamente el primer implicado, por razones profesionales, en que el canal de acceso al medicamento funcione sin problemas, ya que ahora sí tendrá herramientas en sus manos para hacer todo lo posible en este sentido.
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- Entrevista a Macarena Pérez
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¿Qué supuso la entrada en vigor del sistema para el farmacéutico?
Para el farmacéutico un aumento de costes a varios niveles: hemos duplicado stocks ya que seguimos trabajando referencias de laboratorios “tradicionales” para atender las prescripciones que no son del SAS y los desabastecimientos que generan los laboratorios que han concursado en las subastas. Por tanto, hemos tenido que gestionar un mayor número de referencias que además era cambiante, ya que cada vez que se renovaba una subasta había moléculas que cambiaban de proveedor y contábamos con un plazo mínimo para hacer estos ajustes. Todo esto nos ha consumido bastante tiempo y energía, además de un mayor coste económico que obviamente ha supuesto una disminución de la rentabilidad de la farmacia que en algunos casos hace más complicada la viabilidad. Aunque el coste más difícil de valorar ha sido el emocional, el desgaste que nos ha supuesto en el trato diario con los pacientes teniendo que explicar una y otra vez que no les podemos dar el medicamento de siempre, que le cambiamos a otro genérico porque no hay abastecimiento del de subasta, que ha cambiado porque hay una nueva subasta… Ese sufrimiento que todos estos cambios provoca a los pacientes, especialmente a los más mayores, polimedicados, pacientes frágiles o en casos muy sensibles como en patologías psiquiátricas, ha sido durísimo. La gestión en el día a día del mostrador de la farmacia de todo este tipo de situaciones tiene mucho mérito por parte de los farmacéuticos y de los equipos de las farmacias andaluzas.
¿Y para el paciente?
Pues como he dicho antes, para algunos pacientes ha tenido mucha carga de sufrimiento, fundamentalmente por la pérdida de la confianza en el tratamiento. En algunos casos hemos visto que pacientes con patologías controladas sufrían desajustes que acababan incluso en ingreso hospitalario en los casos más extremos. Los pacientes no entienden esta medida, se han sentido ciudadanos de segunda categoría al compararse con cualquier familiar o amigo de otra comunidad autónoma.
El próximo 28 de septiembre finaliza la licitación de la primera subasta que no se va a renovar. ¿Cómo lo valoras?
Positivamente y con la esperanza de que ocurra lo mismo para el resto de subastas vigentes.
¿Qué supondrá esta finalización para el farmacéutico?
Volver a trabajar tranquilos. Siento fundamentalmente alivio y espero que poco a poco volvamos a preocuparnos de lo que realmente importa, de atender a los pacientes y preocuparnos por sus tratamientos y los resultados de los mismos y que el mostrador de la farmacia deje de ser el terreno de conflicto que ha sido estos últimos 8 años. Aspiro a recuperar una parte de la rentabilidad que había perdido debido a esta medida y quizá me permita invertir para poder mejorar la atención a las personas que vienen a mi farmacia.
¿Y para el paciente?
Espero que la normalización de una situación que resultaba anómala, una recuperación de la confianza en los tratamientos y también en los profesionales. Me consta que en el caso de los médicos el desgaste también ha sido importante. Restaurar los niveles de confianza paciente-profesional es algo fundamental, aunque difícil de cuantificar como todo lo intangible en lo que realmente basamos nuestras relaciones.
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¿Qué supuso la entrada en vigor del sistema para el farmacéutico?
Para el farmacéutico comunitario ha supuesto una gestión más compleja de la farmacia, en la que hemos tenido la necesidad de duplicar stocks de medicamentos para poder atender la demanda, tanto de pacientes de la sanidad pública, afectados por la subasta, como de pacientes de mutualidades y sanidad privada, no afectados por este sistema. Además, los continuos desabastecimientos de los medicamentos licitados han provocado situaciones complicadas en las que cada farmacia ha tenido que establecer un sistema de control diario del stock para asegurar la tenencia, bien de la marca del genérico de subasta o bien de una alternativa para poder ofrecer al paciente. La subasta, además de afectar negativamente a la economía de la farmacia, ha supuesto una merma del tiempo disponible en la farmacia comunitaria para los servicios profesionales asistenciales y así contribuir activamente al beneficio de la salud de la población.
¿Y para el paciente?
Para el paciente andaluz la subasta ha supuesto una pérdida de libertad, ya que está sufriendo una clara disminución en la capacidad de decisión sobre su tratamiento, en cuanto a la elección de marca y apariencia, y una evidente sensación de que las decisiones sobre su medicación están sujetas a criterios economicistas en vez de a necesidades sanitarias. Además, ha significado la desaparición del principio de equidad entre los ciudadanos de las distintas Comunidades Autónomas. Toda esta situación podría estar provocando una disminución de la adherencia terapéutica, debido a la desconfianza del paciente, los continuos desabastecimientos y la complicación que supone adaptarse a frecuentes cambios de marcas de genéricos con distinta bioapariencia, tamaño, sabor, excipientes y calidad del acondicionamiento.
El próximo 28 de septiembre finaliza la licitación de la primera subasta que no se va a renovar. ¿Cómo lo valoras?
Muy positivamente. Parece que va a ser un proceso lento, pero espero que sea una reversión definitiva del sistema de licitación por subastas.
El paciente tiene, a día de hoy, una gran confianza en los profesionales sanitarios, especialmente en los farmacéuticos por su cercanía y accesibilidad, por lo que estoy convencida de que podremos explicarles estos cambios paulatinos que van a producirse en sus tratamientos y trasladarles la seguridad necesaria para mejorar la adherencia terapéutica y el resultado de la medicación.
¿Qué supondrá esta finalización para el farmacéutico?
El fin del sistema de subastas va a suponer una gran oportunidad para reforzar el papel asistencial del farmacéutico. Creo que va a ser un momento muy bueno para ofrecer al paciente distintos servicios profesionales asistenciales como el SPD (Sistema Personalizado de Dosificación) y la RUM (Revisión del Uso de la Medicación) ya que, en principio, el paciente tendrá que adaptarse a los nuevos envases que, poco a poco, irán conformando su tratamiento definitivo. El farmacéutico debe facilitar este proceso, consensuando con el usuario aquellas bioapariencias que mejor se adapten a sus necesidades. En este proceso será también muy importante una buena comunicación con médicos y enfermeras, para que el equipo de salud al completo traslade al paciente un mismo mensaje de confianza. El objetivo final debe ser siempre el fomento del uso racional del medicamento y mejorar los resultados en salud.
Creo que es lícito que la administración pública busque la máxima eficiencia de su inversión en medicamentos, pero esta eficiencia debe conseguirse, a partir de ahora, a través de otros mecanismos que supongan, además, un beneficio en salud para el paciente. El mecanismo que están desarrollando otros países es el apoyo al desarrollo de los servicios profesionales farmacéuticos asistenciales, algo que ya ha demostrado ahorro económico y resultados en salud. En España ya se han llevado a cabo varios proyectos que han demostrado también estos beneficios como son, por ejemplo, el Proyecto INDICA+PRO, servicio de indicación para síntomas menores en el ámbito de la farmacia comunitaria (promovido por SEFAC, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia y el Grupo de Investigación en Atención Farmacéutica de la Universidad de Granada) y el Proyecto CONSIGUE, servicio de Seguimiento Farmacoterapéutico (promovido por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, varios Colegios Oficiales de Farmacéuticos y el Grupo de Investigación en Atención Farmacéutica de la Universidad de Granada, con la colaboración de SEFAC).
¿Y para el paciente?
El paciente, lógicamente, siempre será más partidario de medidas que pretendan potenciar los resultados en salud y la integración de los distintos actores y niveles asistenciales frente a medidas puramente economicistas. Si trabajamos en esta línea esta nueva etapa puede suponer para el paciente una ganancia en confianza, tanto en su medicación como en el sistema, así como la posibilidad de mejorar la adherencia terapéutica y la comprensión de su medicación.
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